(artículo
que escribí en EL VENEZOLANO hace unos meses, pero que hoy quiero compartir con
ustedes dada su vigencia en el contenido).
Ya
la campaña electoral en Venezuela está en pleno apogeo, y los miedos del
dictador comienzan a convertirse, entre quimios y radios, en un montón de
palabras huecas y ofensivas que recuerdan más a los esfuerzos de un cuadrúpedo
intentando inútilmente mantenerse a flote ante una definitiva inmersión, que a
los esfuerzos de un estadista enfrentando su reto más importante.
Algo
que la historia tiene en sus genes es que se agota inevitablemente, como se van
agotando los argumentos que han permitido la supervivencia de este régimen, ya
sin más trucos ni engaños dentro de su desgastado y rojizo sombrero. Sólo un sinfín de nada originales insultos le
quedan a este ocasional caudillo barinés, quien en su insistencia por mantener
vivos los ya vegetativos vestigios de la tragedia cubana, se ha convertido en
un auténtico cáncer para Latinoamérica, conquistando, con la excusa de
millonarias dádivas y de negocios ilícitos, a más de un mandatario que decidió
cambiar los colores de su bandera por un par de tibias y una calavera.
En
lo personal, me atrevo a asegurar que aquel pueblo (atrapado por la ignorancia
y la ingenuidad) que algún día gritó emocionado ante la posibilidad de salir de
abajo cada vez que Chávez maltrataba a los ricos y a los imperialistas, ha
comenzado a entender el tamaño del show montado por esa dirigencia oportunista,
tirana y estafadora.
Los
venezolanos (en Venezuela y en todo el mundo) estamos a escasos seis meses de
inaugurar una patria nueva, donde la gente pueda alimentarse de comida y no de rabia…Donde
no haya espacio para el despotismo y donde la posibilidad de elegir sea
práctica cotidiana, lejos de órdenes y amenazas gubernamentales fuera de todo
contexto democrático.
Es
increíble cómo ese momentáneo dictador con pretensiones de perennidad, que un
día se adhirió al poder con habilidad “piojiza” ya huele a viejo… a pasado… a capítulo de otro
cuento.
Ya huele a tiempos que no vale la pena
recordar.
Cuando
hoy vemos a un Chávez insultando metódicamente a Capriles Radonski, tildándolo
de majunche y demás calificativos de baja calaña, no estamos viendo a ese oculto personaje disfrazado
de líder que logró confundir a algunos, sino a un zorro herido, que aún
sabiéndose en sus últimos instantes de existencia, insiste desesperado en morder al vacío y sin
dirección fija, como defendiéndose de los ataques que ya nadie está pendiente
de hacerle.
Cuando
vemos sus esfuerzos meramente instintivos por sacar de la pelea a quienes más
pelea pueden darle, echando mano de cuanta patraña tiene guardada en cualquiera
de sus cada vez más inofensivas estrategias, estamos viendo a un casi ex
-presidente que grita con desesperación y a los cuatro vientos su evidente
incapacidad para seguir pretendiendo ser el rey de esa selva donde el más bocón
es el que manda.
Venezuela
vive hoy una especie de funeral adelantado…Una especie de ensayo de lo que estaremos protagonizando y
disfrutando el próximo 7 de octubre…Algo así como un novenario destinado a recordar cada atrocidad cometida por el -para
cuando llegue el momento- difunto (políticamente hablando), quien yacerá
inmóvil y en el silencio que tanta gente, durante tanto tiempo deseamos para él
y para los suyos.
Henrique
Capriles Radonski es el reflejo veraz de ese gran contingente de venezolanos
que le estamos apostando lo mejor de nuestro optimismo a un futuro que ya huele
a brisa fresca.
A
eso, también le tiene pánico el caudillo.
Ante
la intransferible realidad de tener que enfrentarse a un candidato con un
proyecto de país factible y lleno de esperanza, y con una inteligencia
claramente superior, las noches de más de un revolucionario están llenas de
insomnio y de un particular “dolorcito” de cabeza con nombre y apellido.
Mientras
tanto, el dictador (en su agonía política) sigue jugando al saqueo: acelera más expropiaciones, aprueba en la
distancia leyes que atentan contra los más elementales principios de dignidad, multiplica
los esfuerzos por cerrarle la boca a varios medios de comunicación, ignora decisiones de organismos
internacionales e incluso plantea la posibilidad de salirse de la CIDH, con
todo lo que eso implica en materia de relaciones globales y de libertades para
oficializar el irrespeto a su pueblo…Y todo lo hace como si los venezolanos que
vamos a recuperar al país, no estuviéramos en la capacidad de poner todo en
orden y en su lugar, como si nada hubiera ocurrido.
Los
meses que se avecinan, en los que ya es evidente que no habrá de desarrollarse
una contienda electoral limpia y sana, serán sin la más mínima duda una prueba
de temple, de paciencia y de patriotismo.
Es demasiado fácil predecir el esfuerzo que
hará este desgobierno por impedir que su contrincante tenga un espacio adecuado
para presentar su proyecto de país…
Es aún más fácil predecir el ataque
inmisericorde a “ciertos” medios de comunicación…
Y no hay que ser un genio para imaginar el
guión de infamias e improperios que el fantasma de Sabaneta tiene muy bien aprendido desde hace más de
trece años.
Comenzó
así la cuenta regresiva para el caudillo.
Comenzaron a descontarse los días de ese desastre llamado oficialmente
Gobierno de la República Bolivariana de Venezuela, y comenzó también a desvanecerse la paciencia
y la indiferencia de una nación que al fin decidió tomar su voz y su voto para
no seguir permitiéndose el lujo de desdibujarse hasta desaparecer.
El
punto de No Retorno para el dictador y su “defecante” revolución, ha
llegado. Nuestra responsabilidad a
partir de ahora, es vigilar cada paso que en contra de nuestra pronta decisión
electoral vayan dando los siempre peligrosos “roedores bolivarianos”.
Nos
vemos TODOS el 7 de octubre!